Por Glenys Álvarez
Medicina. Un equipo de investigadores en la Universidad de California en San Francisco ha conseguido por primera vez erradicar la barrera que impedía hacer transplantes de células madre al feto.
Todavía no hemos comenzado a explotar el potencial de las células madre. A pesar de todas las investigaciones, los controvertidos debates y las definiciones y descripciones sobre las diferencias entre las adultas y las embrionarias, estas asombrosas células no terminan de revelarnos sus secretos. Más aún, mientras más vayamos conociendo sobre ellas, mejores serán las aplicaciones que podrán ser derivadas de las mismas.
Recordemos primero de qué se trata. Las células madre comenzaron a hacer su aparición en investigaciones en la Universidad de Toronto en la década de los sesenta, desde entonces no han dejado de sorprendernos. Sucede que cuando un espermatozoide y un óvulo comienzan a formar un nuevo organismo multicelular, las primeras en formarse son estas células ‘troncales’ que tienen la impresionante habilidad de luego transformarse en cualquier tipo de tejido. Esas ocho células que componen el embrión, células madre embrionarias, poseen los códigos para convertirse en un cuerpo completo y es ese potencial el que los investigadores desean explotar. ¿Cómo? Pues la lógica detrás de las investigaciones ha sido la siguiente.
La meta principal en el trabajo con estas células es su uso en la reparación de tejido dañado. Se piensa que si tomamos estas células embrionarias y las ubicamos en un corazón herido (física, no emocionalmente, por supuesto), las mismas se convertirán en nuevas células cardiacas que ayudarán a reponer las perdidas y pondrán al corazón a latir como nuevo. Pero el asunto no es tan simple. Uno de los obstáculos que los investigadores han enfrentado ha sido precisamente guiar a estas células para que se transformen en el tejido requerido. Sin embargo, la investigación cada vez gana más terreno en esta área y, a pesar de los obstáculos presentados por conservadores religiosos, es mucho lo que se sabe hoy sobre ellas y la experimentación está ganando batalla tras batalla; de hecho, el almacenamiento de cordones umbilicales, de ‘dientes de leche’ y el nacimiento de hermanitos con la idea de que sus células embrionarias reparen problemas en el hermano mayor, son eventualidades que han surgido de la investigación con estas células.
En esta ocasión, la idea es reparar problemas genéticos antes de que el bebé nazca. Y la protagonista son las células madre, pero esta vez tienen que ser compatibles con mamá, no con el feto. Primeramente, no podemos olvidar la simbiosis tan delicada originada entre la madre y el feto, de hecho, la protección por parte del sistema de defensas de la madre muchas veces impide que los científicos puedan acceder al bebé. Por ejemplo, estas defensas no permiten una transfusión o transplante de sangre de células madre hacia el feto, pero ahora, los especialistas dicen que este mismo obstáculo puede ser rebasado si las células usadas son de la madre misma.
“Esta investigación es realmente emocionante porque ofrece una solución directa y elegante que hace del transplante de células troncales una meta alcanzable”, explica el autor principal del experimento, Tippi MacKenzie, profesora de cirugía pediátrica en la Universidad de California en San Francisco (UCSF). “Ahora, por primera vez, tenemos una estrategia viable para tratar desórdenes congénitos de células madre antes del nacimiento”.
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