El terremoto de Lisboa de 1755 tuvo lugar sobre las 10 horas y 16 minutos de la mañana del 1 de noviembre de 1755 y se caracterizó por su excesiva duración, dividida en varias fases, y virulencia, causando la muerte de entre 60.000 y 100.000 personas.
El sismo fue seguido por un maremoto y un incendio, causando la destrucción casi total de Lisboa. El terremoto acentuó las tensiones políticas en Portugal e interrumpió abruptamente las ambiciones coloniales de Portugal durante el siglo XVIII.
El acontecimiento fue discutido extensamente por los filósofos ilustrados europeos, inspirando progresos importantes en la teodicea y la filosofía de lo sublime. Además, al ser el primer terremoto cuyos efectos sobre un área grande fueron estudiados científicamente, señaló el nacimiento de la sismología moderna. Los geólogos estiman hoy que la magnitud del terremoto de Lisboa sería de aproximadamente un 9 en la escala de Richter, con su epicentro en un lugar desconocido en algún punto del océano Atlántico a menos de 300 km de Lisboa
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